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LA MARCHA INDÍGENA POR EL TIPNIS

AUTOR: RAÚL CATARI YUJRA
Parafraseando a Eduardo Galeano, Bolivia es un lugar “donde los más pobres trabajan la vida día tras día, mascando melancolías, y tan arriba están que caminan empujando nubes…”. Ahí, en esas alturas un ejército de hombres y mujeres del oriente alzaron su voz de protesta para evitar la construcción de una carretera que partirá el corazón del Parque Nacional Isoboro Secure. La histórica caminata con destino a la Plaza Murillo comenzó el 15 de agosto. Son cerca a 60 días y noches de calvario e insomnio.

Y los medios de comunicación no podían quedar al margen de la coyuntura. Estas empresas mediáticas al final desnudaron sus intereses fabricando diariamente la realidad de los indígenas. En momentos de crisis se descubre la intencionalidad y la hipocresía “camuflada” de los medios. La corriente de la presión política obliga a desmantelar los intereses escondidos.

En su gran mayoría, las redes mediáticas son controladas por grandes empresarios oportunistas que aprovechan en el rio revuelto para conseguir sus intereses aparentando “solidaridad” con los marchistas indígenas del oriente boliviano. Incluso algunos “dinosaurios” políticos como Rubén Costas, Juan del Granado y otros, ahora “aman” a nuestros hermanos indígenas. Al final, el discurso de los medios es determinado por el tipo de propiedad, posición ideológica y las condiciones sociales.

Sectores sociales que respaldaron y confiaron con su voto el 18 de diciembre de 2005, hoy descubrieron el verdadero rostro neoliberal del Gobierno del MAS que se escondía a título de “proceso de cambio”. El malestar, descontento y desesperación es bastante evidente en distintos sectores que no amerita ningún referéndum para saber si el pueblo está o no de acuerdo con la construcción de la carretera que “unirá” Cochabamba con Beni.

Para estos sectores movilizados, la única solución es la anulación del proyecto de construcción de la carretera, responsabilizar la masacre a los marchistas el 26 de septiembre, entre otras demandas históricas. En estos días, observando los noticieros de televisión y la propia realidad, ser “masista” es ya un delito.

La correlación de fuerzas en la coyuntura actual es de polarización entre el gobierno y los sectores sociales indígenas. El descontento de las organizaciones sociales se generaliza en todo el país. Así, las marchas, ampliados y cabildos se intensifican y cobran mayor fuerza como no ocurría desde la “guerra del gas” de 2003. Unos apoyando “voluntariamente” al “proceso de cambio” y otros defendiendo la madre naturaleza, los derechos humanos y el respeto a la Constitución Política del Estado. Al parecer se torna en un laberinto sin salida. Una muestra de aquello son todos los intentos de diálogo que fracasaron ante la impostura del gobierno del MAS.



Pero ¿cómo retrataron los periódicos de Bolivia a la marcha indígena por la defensa del TIPNIS? El Cambio, periódico estatal, un día después de la masacre a los indígenas titulo en su portada “secuestran a Canciller”. Con ello se intento victimizar al Canciller Choquehuanca cuando en la realidad quienes fueron víctimas de la represión militar fueron los propios indígenas. Y en este titular no apareció aquello. El Diario por su parte, calificó al hecho como “brutal represión”.



Es paradójico el accionar del Gobierno, cuando apoya a ultranza la construcción de la carretera, recurriendo a la minimización y descripción negativa de la marcha indígena.

Las famosas palabras para descalificar fueron “intervención policial”, “se investigará a los responsables”, “se suspende la construcción”, “los indígenas están financiados por Goni y las ONGS”, “existen infiltrados de la derecha en la marcha”, “la carretera es progreso”, “si no se construye la carretera no habrá Bono Juancito Pinto, renta dignidad y otros beneficios”, “el pueblo boliviano apoya el proceso de cambio”, entre otras sutilezas disfrazadas de “populismo”.
La gente está descontenta porque a título de “proceso de cambio” el gobierno del MAS pretende imponer sus políticas mientras muchos bolivianos viven en la pobreza, sin empleo, tienen que soportar el alza de la canasta familiar, sufren de servicios básicos, y otras injusticias. El “suma qamaña” o el “vivir bien”, como se establece en la Constitución Política del Estado, sólo parece existir en la imaginación de algunos hombres. En pocas palabras, a nombre del “proceso de cambio”, el MAS parece ampliarse en el poder estatal haciendo creer y soñar que el cambio se dará poco a poco ¿Cuándo cambiará realmente el país? ¿Será cuando la mayoría indígena realmente asuma el poder gubernamental?

* Periodista independiente

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