Por: Bosco Catari Yujra*
Cuentan que  cierta vez una joven pastora apareció encinta, mas por el temor de la reprimenda  de sus parientes, jamás revelo del nacimiento de su hija. Día tras día la  pastora solía llevar sus ovejas, vacas y burros a un cerro solitario y  misterioso, fue ahí donde conoció a un desconocido y apuesto joven de quien se  enamoro, fruto de aquella relación nació Qhana Wara (Estrella brillante) una  niña muy hermosa y alegre. 
Cuando la  niña se hizo adolescente su madre la llevo con su abuela, mas ésta no quiso  admitir que aquella joven fuera su nieta, pues según ella jamás su hija estuvo  encinta. Los parientes de la pastora al enterarse de “la deshonra” que  representaba en aquel tiempo ser madre soltera, la castigaron tan severamente,  que un día ésta enfermo muriendo algunos días despues. Qhana Wara quedo sola y  desamparada, sintiendo el rechazo de los padres de su madre, decidió huir a los  cerros, quedándose a vivir allí. 
Eran tiempos  difíciles los colonizadores españoles asediaban como perros hambrientos en busca  del metal precioso.  Ya en ese entonces la joven se había  transformado en una mujer muy hermosa. Tenia el aspecto de una soberana, lucia  altiva trajes con colores vivos, adornados con hilos de oro. Los pobladores de  la región creían que ella era hija de los incas por lo que empezaron a  denominarla Qhana Wara, “la mujer  inca”. Cuentan que la muchacha  al encontrarse sola en ese paraje solitario, tomo contacto con otro tipo de  seres, de ahí que poseía una serie de poderes sobrenaturales. Su fama se  extendió por toda la región, decían que ella podía hacer que las rocas corrieran  como si fueran ovejas al son de su honda, así como de ser la guardián de Thawaku  Qòta*, una pequeña laguna en la cima del cerro donde se presumía que existía  abundante oro.
Aquello  despertó la intriga de los conquistadores, por ello la mandaron a llamar en  reiteradas ocaciones, para que la joven se presentara ante el conquistador, mas  Qhana Wara nunca hizo caso a tales invitaciones pues según ella, era libre como  el viento del altiplano. Las convocatorias continuaron en diferentes tonos hasta  llegar a una orden expresa de presentarse inmediatamente ante el Virrey bajo  amenaza de ser juzgada como conspiradora de la corona, y posteriormente ser  condenada a muerte por tal afrenta, más como en anteriores ocasiones no hubo  respuesta alguna. 
Irritados  por los constantes desaires los conquistadores rodearon a la muchacha en el  cerro de Thawaku Qòta,. Fue una batalla desigual, 200 hombres contra una joven  que apenas superaba los 20 años, Qhana Wara hizo que las piedras aplastaran a  decenas de españoles. El angurriento conquistador anoticiado de que aquel cerro  poseía una riqueza incalculable no escatimo esfuerzos para tratar de apoderarse  de tal fortuna, por ello ordeno reforzar el batallón con otros 200 hombres pues  creía que varios indios tiraban las piedras desde los cerros. Finalmente una  mañana lograron capturar a Qhana Wara. La traición de un vasallo que se hizo  pasar por un humilde pastor fue primordial para la aprehensión. La leyenda  cuenta que Qhana Wara tenia especial consideración por los pastores en memoria  de su madre, por eso permitía que estos pastaran sus ganados en las cercanías  del cerro sin recelo. El falso pastor develo el lugar donde se refugiaba la  joven inca y ahí la acorralaron aquella madrugada. 
Qhana Wara,  mal herida, pronuncio unas palabras en lengua desconocida e inmediatamente como  por arte de magia el oro que brillaba en orillas de aquella laguna y alrededores  del cerro pareció esconderse. El conquistador ordeno azotar a la joven hasta que  aparezca el oro, mas la joven resistió valientemente el castigo y no dijo una  palabra del tesoro, por el contrario esbozaba una sonrisa irónica ante la  insistencia del verdugo. Furioso e impotente el español ordeno decapitar a la  mujer. Qhana Wara conocedora del sufrimiento de su pueblo a raíz de la invasión  de los sanguinarios y codiciosos conquistadores, decidió negociar el oro a  cambio de que los españoles abandonaran la tierra de sus padres. Muy mal herida  pidió como ultimo deseo que después de su muerte, su sangre sea depositada en  una vasija de barro y su cuerpo enterrado en aquel cerro a la mañana siguiente,  asimismo una vez que los conquistadores se llevasen todo el oro que pudiesen  cargar en sus hombros y los animales de carga, abandonen esas tierras dejando en  libertad a los esclavos aborígenes. El oro volvió a brotar ante el asombro del  conquistador, Qhana Wara, murió y su espíritu voló hacia el cielo a reunirse con  sus hermanas, las estrellas.  
Había un  pacto, sin embargo la ambición hizo que los verdugos obliguen inmediatamente a  los nativos a subir al cerro en pos del oro. En ese afán la vasija de barro que  contenía la sangre de Qhana Wara se derramo por la quebrada y súbitamente el  metal precioso desapareció ante la mirada atónita de los españoles. Una fiebre  extraña se apodero de los conquistadores y nativos, la sangre empezó a brotar  por la nariz y ojos, el espanto se apodero de ellos por lo que despavoridos  abandonaron el cerro.Muchos años  después otras expediciones trataron de encontrar el tesoro que guardaba el  cerro, pero los esfuerzos fueron vanos.
Cuentan que  por las noches de aquellos cerros, brillan luces fulgurantes como estrellas  fugaces, mas nadie y menos los pobladores de aquella región se atreven hasta hoy  a explorar por temor a la leyenda que guarda. Aunque hay alguno que otro  pueblerino que asegura haber encontrado el metal precioso por los caminos de  herradura, sin embargo hoy esta historia continua generando gran  misterio.   
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Correo electrónico: bocatyu@yahoo.es cybosco@gmail.com
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