Cada mañana al despertar, mi corazón se estremecía, porque ya nada era igual.
Desde que llegó la pandemia con el virus letal, ni medicina se encontraba para sanar.
Muchos ya no regresamos aquel lugar, donde el aire era tan puro, que refrescaba a todo el cuerpo, en medio estaba la cancha verde.
Pero en casa era tan diferente, todos entrenabamos solos, las reuniones eran virtual.
Como recuerdo aquel día quería abrazar a mi segunda familia, traspasar la pantalla, pero solo se veían un charco de agua critalina, donde brillaba como un espejo que refleja tu mirar y en ella no puedes entrar.
Al pasar los días, meses, llego aquella mañana en los medios hablan que ya los equipos de fútbol retornaban, salte como un niño alegre, vole como la mariposa que vuela por todos los rincones, grite de la emoción cómo cuando al arco entra el balón.
Ese dia las tinieblas se volvieron un arco Iris y salió el sol que reflejaba mi corazón, en todo mi cuerpo había mucha emoción.
Mi anhelo solo era volver a jugar de nuevo, con mis amigos compartir el destello del cielo, mi entrenador era como la luna, que unía millones de estrellas en un cielo infinito.
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